Multitud de cristianos católicos asisten al tradicional viacrucis en Malabo 

Nacional

Con la estatua de Jesús en la Cruz los feligreses partieron desde el Santuario hasta la Catedral. El objetivo de esta práctica es reavivar en la mente y en el corazón la contemplación de los momentos supremos de la entrega de Cristo por la redención del pueblo. 

Ayer 18 de abril, la comunidad cristiana católica de Guinea Ecuatorial llevó a cabo en la ciudad de Malabo el tradicional acto de viacrucis, donde como es de costumbre participó una multitud de feligreses acompañados de los líderes de la iglesia encabezados por el Arzobispo Juan Nsue Edjang.  La feligresía partió desde el Santuario hasta la Catedral con tres estatus de Jesús dos de ellas en la cruz.

El víacrucis, como ejercicio espiritual de gran arraigo en la piedad tradicional de la Iglesia católica, pretende reavivar en la mente y en el corazón la contemplación de los momentos supremos de la entrega de Cristo por nuestra redención, propiciando actitudes íntimas y cordiales de compunción de corazón, confianza, gratitud, generosidad e identificación con Cristo.

En este acto y como era de esperar, después de las lecturas bíblicas, el Arzobispo hizo varias reflexiones al pueblo De Dios, matizando que “hoy es un día especial para recuperar nuestra dignidad y nuestra paz”, añadiendo que,  “hemos recorrido esta tarde para expresar nuestra manifestación de que somos cristianos, somos católicos, somos ecuatoguineanos y somos hijos De Dios. Que nos quede bien claro que la muerte no tiene la última palabra, estamos en un mundo de contrastes, abunda la muerte y reina la vida, abundan los desánimos y reina el entusiasmo, abunda la oscuridad y reina la luz” .

El monseñor ha acentuado el tema del amor para los cristianos en sus reflexiones señalando que “El que sabe amar sabe perdonar, el que sabe perdonar expresa el amor”. 

Cabe recordar que el Viacrucis es una forma de meditación, casi escenificada y alternada con cantos y oraciones, nos ayuda no sólo a recordar los sufrimientos de Cristo, sino a descubrir, en cierta medida, la profundidad, la dramaticidad, el misterio sumamente complejo, donde el dolor humano en su más alto grado, el pecado humano en su más trágica repercusión, el amor en su expresión más generosa y más heroica, la muerte en su más cruel victoria y en su definitiva derrota, adquieren la evidencia más impresionante.

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